Éxodo 10 - Hechos para no ser olvidados

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Preséntate a Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales mías en medio de ellos, y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo me he burlado de los egipcios, y cómo he mostrado mis señales entre ellos, y para que sepáis que yo soy el Señor."

Los teléfonos móviles han conseguido cumplir un propósito que hace unos años parecía prácticamente impensable, hacer que las cámaras de fotos desaparezcan del equipaje de vacaciones de cualquier familia. Las cámaras que vienen incorporadas en ocasiones son mejores incluso que algunas de las que se pueden comprar, con lo que no es extraño que los móviles hayan sustituido a las cámaras de fotos. Y esto finalmente hace que en cualquier casa podamos encontrar fotografías que recuerden los viajes o los sitios donde han estado y esto sirva para explicar a hijos y nietos como eran esos lugares.

Las fotografías nos sirven para recordar y en la cultura judía, la comunicación oral era lo habitual, y vemos que Dios la promueve, "entonces el Señor dijo a Moisés: Preséntate a Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales mías en medio de ellos, y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo me he burlado de los egipcios, y cómo he mostrado mis señales entre ellos, y para que sepáis que yo soy el Señor."

Uno de los propósitos de Dios era que de generación en generación no se olvidara todo lo que Dios había hecho en Egipto, como Él los liberó de la esclavitud y los guió por el desierto, y que hijos y nietos supiesen quien es Dios y como es de poderoso. No existían los videos, no existían las fotografías, pero sin duda, lo que Dios había hecho no sería borrado, sería recordado para siempre.

Llenamos nuestras casas de fotografías que nos recuerdan y nos ayudan a explicar lo que hemos vivido, de diplomas de estudios que demuestran nuestro nivel académico, pero en cambio nada que recuerde lo que Dios ha hecho en nosotros, ningún símbolo que nos ayude a explicar a nuestros hijos o nietos, las cosas grandes que Dios ha hecho por nosotros. Debemos hacerlo, nuestras descendencias deben saber que Dios nos ha sanado, deben saber que Dios nos ha librado, deben saber que Dios nos ha provisto, nuestros hijos y nietos deben conocer por nuestro testimonio que Él es poderoso y que le necesitan. El primer lugar en el que debemos predicar el evangelio es en nuestras casas a nuestros descendientes y esperar que Dios ablande y transforme nuestros corazones.

AP

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