"No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo."
Un rey tenía un jardín del cual, estaba muy orgulloso, pues en él crecían los mejores árboles, y los cuidaba y contemplaba con admiración. Un buen día, paseando entre los árboles de su jardín descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. Entonces el rey le preguntó al Roble que le pasaba y este le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose, el rey al Pino, lo halló en el suelo y se interesó por lo que le pasaba y este le respondió que porque no podía dar uvas como la Vid. Acercándose a la Vid descubrió que también ella se moría porque no podía florecer como la Rosa. Miró a La Rosa y la encontró llorando porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Fresa, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda."
Es realmente increíble como en este mundo, todos queremos ser lo que no debemos ser y aparentar ser como los demás en lugar de ser tal y como somos, y ante esto Dios le dio una ordenanza a Israel, "no codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo."
La envidia se define como: tristeza o pesar del bien ajeno. Emulación, deseo de algo que no se posee. Viendo esta definición podemos confirmar algo, la envidia sana no existe, podemos alegrarnos que a otro le vaya bien, pero si lo deseamos no es sano, en nuestro corazón se crea la necesidad de tener lo mismo que otro tiene y aunque aparentemente no se haga de un modo egoísta acabará creando en nosotros la necesidad.
Jesús explicó una historia en que un señor dio a sus siervos 5, 3 y un talento para que los trabajasen, el de 5 y 3 los multiplicaron, el de 1 lo guardó y no hizo nada con él, de esta parábola se suele llegar a la conclusión que hay que invertir aquello que Dios nos da, pero hay algo importante, Dios a unos les da 5 y a otros 3, porque así lo ha designado Dios. Que importante es saber trabajar con lo que Dios nos da en lugar de anhelar lo que otros tienen. Que Dios nos ayude a huir de la envidia y de codiciar lo que otros tienen, confórmate con lo que Dios te ha dado y ten por seguro que trabajándolo llegará a buen puerto.
AP
¡Excelente!
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