Colosenses 3:8-11 - Seguimos creciendo

"Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos."

El 29 de noviembre de 1998 será un día que nunca olvidaré, ese frío domingo, con solo 13 años dije publicamente que creía que Jesús era Dios, que me había salvado y durante toda mi vida mi objetivo sería seguirle y servirle. En mi inocencia adolescente pensaba que el bautismo sería un antes y un después en mi vida, mis pecados desaparecerían y todo sería un camino de rosas. Todo lo contrario de lo que ocurrió en la realidad, mis pecados seguían ahí donde los había dejado listos para seguir el camino de mi vida.

La conversión produce en nosotros un cambio radical, somos hechos nuevas criaturas, pero muchas cosas siguen ahí, "Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos."

Pablo habiendo afirmado a los Colosenses a no volver a aquellos peacods que habían abandonado les anima a seguir adelante dejando aquellos que hoy en día aun existen, enfados, hacer las cosas con maldad, mentiras, palabrotas o simplemente palabras inapropiadas y les insta a que sus mentes cada vez más imiten a la mente de Dios.

En nuestra conversión dejamos un estilo de vida errado y enemigo de Dios, pero aun así siguen habiendo cosas que cambiar, pecados sobre los que necesitamos trabajar, un caracter que moldear, una lengua que domar y un corazón con el que batallar en contra de su tendencia natural a lo malo. Necesitamos revestirnos del nuevo hombre hecho a imagen de quien nos creó, necesitamos parecernos a Cristo. No desistamos en el camino hacia la santidad, es un trayecto largo y sin duda queda mucho trabajo por hacer, sigamos luchando, pero no con nuestras fuerzas sino con las de Cristo, quien ya nos dio la victoria en la cruz.

AP

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