"Me iré y volveré a mi lugar hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con diligencia."
Una de las tareas más duras que tiene un padre sin duda es la de educar a sus hijos y siendo cristiano enseñarlo a caminar en el temor de Dios. Esta es sin ninguna duda el gran reto que todo padre puede tener en su vida, entender que la educación y el crecimiento espiritual no depende de colegios ni de la iglesia, sino que la base fundamental está tras las puertas de su casa.
Para lograr esto en muchas ocasiones el hijo va a tener que ser castigado, con el dolor que esto supone no solo para el niño sino también para el padre. Israel había llegado a tal punto de rebeldía y prostitución que Dios decide disciplinarles, "me iré y volveré a mi lugar hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con diligencia."
Tal era el pecado y la desobediencia de Israel que Dios decide castigarles, hacerles pasar por diciplina para que reaccionen. Esto no significa que Dios haya dejado de amar a su pueblo escogido, todo lo contrario, siempre les ha amado, les ama y les amará, no hay ninguna duda al respecto, pero tras ver su terquedad y desobediencia Dios decide apartarse de ellos a la espera que ellos vengan arrepentidos.
La disciplina de Dios es una bendición, el hijo pródigo necesitó acabar hambriento y mugriento antes de darse cuenta que debía volver a su padre. Dios es un Dios amoroso y justo, que no tolera el pecado y si un hijo suyo se obceca en vivir apartado de Él, se enfuerza en vivir contrario a lo que Dios ordena, sin duda, para volverlo al camino, le disciplinará, lo dejará y el hijo tarde o temprano volverá en sí y se arrepentirá. La disciplina divina es una bendición y sin ninguna duda si estás pasando por ella, solo tienes que volver a los brazos del Padre, donde por medio de la muerte de Cristo tienes el perdón que necesitas.
Angel Pereira
Comentarios
Publicar un comentario