Juan 1:29-34 - El cordero de Dios

"Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo." Y yo no le conocía, pero para que El fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua. Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre El. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: "Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre El, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo." Y yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."

La pascua recordaba a los judíos como Dios los libró de la esclavitud de Egipto, mediante la sangre de un cordero, el cual debía ser si mancha y sin defecto, pintando los marcos de sus casas con sangre, evitaron la muerte de sus primogénitos. Un inocente tenía que ser sacrificado en cada familia, para que sus hijos no muriesen. La muerte del animal ocupaba el lugar del primogénito de la familia y de esta manera la muerte saltaba la casa.

La pascua se celebraba anualmente y con su llegada casi dos mil años atrás, la madera volvió a teñirse de sangre, "al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo." Y yo no le conocía, pero para que El fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua. Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre El. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: "Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre El, éste es el que bautiza en el Espíritu Santo." Y yo le he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."

Juan venía a presentar al cordero de Dios, su predicación hablaba de arrepentimiento y acerca de alguien que moriría, y no solo traería salvación, sino que traería un bautismo superior al de agua, el bautismo del Espiritu Santo. Un Cordero eterno, que sería sacrificado por su propio Padre y por su propio pueblo. Igual que el Padre de familia mataba el cordero para que su familia mo sufriese perdida, El Padre sacrificaría a su Cordero, a Su hijo, para que ningún hijo suyo muriera.

Juan anunciaba al que cambió nuestras vidas. El Padre entregó a su Hijo para que nosotros pudiesemos vivir. El Cordero de Dios, que con su sangre ha traído vida a aquellos que merecíamos morir. Sí, mereciamos ir al infierno, pero el Padre ha tenido misericordia y con la salvación nos ha dado la promesa, que recibiremos una investidura de poder, el bautismo del Espíritu santo.

Angel Pereira



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